viernes, 27 de noviembre de 2009

CHILLIDA


CHILLIDA O COMO MODELAR EL VIENTO




"Yo soy de los que piensan, y para mí es muy importante, que los hombres somos de algún sitio. Lo ideal es que seamos de un lugar, que tengamos las raíces en un lugar, pero que nuestros brazos lleguen a todo el mundo, que nos valgan las ideas de cualquier cultura. Todos los lugares son perfectos para el que está adecuado a ellos y yo aquí en mi País Vasco me siento en mi sitio, como un árbol que está adecuado a su territorio, en su terreno pero con los brazos abiertos a todo el mundo. Yo estoy tratando de hacer la obra de un hombre, la mía porque yo soy yo, y como soy de aquí, esa obra tendrá unos tintes particulares, una luz negra, que es la nuestra."

Eduardo Chillida




Nacido el 10 de enero de 1924 fue el tercer hijo de Pedro Chillida y Carmen Juantegui. A los 19 años de edad, en 1942, comienza sus estudios para preparar el ingreso a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid. En pocos años decidió abandonar el ingreso a los estudios de Arquitectura para jugar al fútbol. Tras una fractura de rodilla cambió sus guantes de portero titular en la Real Sociedad de Fútbol por unas manos desnudas a la búsqueda de volúmenes, incitado por su vocación artística.

Fue más tarde cuando empezó a dibujar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Durante este tiempo se familiariza con el dibujo al natural. Es en este momento cuando, según él mismo narró, decidió dibujar con la mano izquierda, siendo diestro, para evitar que la resolución figurativa estuviese definida por la habilidad física. Es en este momento en Madrid donde realiza sus primeras piezas escultóricas.

Se traslada posteriormente a París donde su obra, según diferentes críticos como Cosme de Barañano comienza a tomar cuerpo. Efectúa sus primeras esculturas en yeso, impresionado por la escultura griega arcaica del Museo del Louvre. En 1950 se casa con Pilar Belzunce en San Sebastián y juntos se trasladan a París, donde debutó en 1950 con la muestra Les Mains Eblouis. Comienza su amistad con el pintor Pablo Palazuelo. Es también en estos años cuando comienza su rivalidad con el temperamental escultor Jorge Oteiza. Ambos con una obra vinculada en la tradición constructivista, pese a trabajar cada uno con temáticas parcialmente diferentes -como explicó en difrentes libros y artículos el crítico de arte y arquitectura Juan Daniel Fullaondo, Jorge de Oteiza no dejó de acusar a Eduardo Chillida de plagiar sus obras, llegando a publicar en 1991 El libro de los plagios con fotografías de obras de Chillida junto a otras similares pero anteriores de Oteiza.

En 1951 nace el primero de sus ocho hijos y pronto la familia regresa definitivamente a San Sebastián. Chillida realiza su primera pieza en hierro, Ilarik, material que utilizará a lo largo de toda su vida.

Chillida-Leku

Para Chillida "lo que es de uno es casi de nadie", por ello realizó numerosas obras públicas, así como esculturas, para museos de todo el mundo. Sus esculturas dialogan con el entorno, por lo que muchas de ellas son consideradas ya lugares emblemáticos para sus ciudadanos, como ocurre con el donostiarra El peine del viento que se abre al mar de San Sebastián y se ha convertido en lugar de visita obligada, o la Puerta de la Libertad y Topos V, del barrio gótico de Barcelona, Gure Aitaren Etxea (casa de nuestros padres) en Guernica, Elogio del Horizonte en el gijonés Cerro de Santa Catalina, o Monumento a la Tolerancia en el sevillano Muelle de la Sal, a orillas del Guadalquivir.

Pese a defender en diferentes encuentros y ponencias, la "multiplicación de los dueños de la obra, en lugar de los múltiples"; es decir la obra pública como mecanismo para garantizar un acceso a su obra en lugar de la realización de obras de arte en serie. Desde los años 80 la obra de Chillida sufrió un proceso de popularización que inundó el mercado del arte con series de grabados que, combinados con la gran profusión de logos para diferentes instituciones y acontecimientos, y carteles conmemorativos, fomentaron una lectura más compositiva que reflexiva de su trabajo. Así mismo su lenguaje fue motivo de recreaciones autorizadas por el propio autor; como la utilización de sus grafías por parte de la diseñadora de moda Ágatha Ruiz de la Prada presentada en un evento festivo en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1995.

Eduardo Chillida se autodenominaba "un solitario, un solitario con Pili". Para que Chillida se dedicase al arte, su mujer Pili se ocupó de todos los asuntos. Fue, desde los 15 años, su mayor apoyo. Además de heredar el gusto por el arte, su mujer e hijos han participado en proyectos tan ambiciosos como el Museo Chillida-Leku y la montaña de Tindaya.

Uno de los aspectos más desconocidos del trabajo de Eduardo Chillida es su faceta como diseñador de interiores. Su trabajo en la residencia familiar del Monte Igueldo, propició una atmósfera de colores neutros, con sencillos muebles inspirados en la tradición popular vasca y en la muestra directa de buena parte de los elementos constructivos de la edificación. En la última parte de su vida, el propio Chillida constituyó el museo Chillida-Leku, inaugurado el año 2000 en el caserío de Zabalaga (municipio de Hernani, junto a San Sebastián), un hermoso caserío (construcción tradicional vasca) del siglo XVI, antigua yeguada militar, que Chillida reconstruye como si de una escultura se tratase. Zabalaga está rodeado de un gran jardín que hoy alberga la que es posiblemente la mayor colección de la obra del artista. Allí, gran parte de su obra puede disfrutarse al aire libre en un entorno mágico, a la medida de sus obras. La inauguración de Chillida-Leku contó con la presencia del escultor, ya enfermo, junto a los Reyes de España, Juan Carlos I y Sofía, el entonces presidente del gobierno José María Aznar y el entonces canciller alemán Gerhard Schröder.

El 19 de agosto de 2002 falleció en su casa del Monte Igueldo en San Sebastián.






“Se ve bien teniendo el ojo lleno de lo que se mira”



“Desde el espacio

con su hermano el tiempo

bajo la gravedad insistente

con una luz para ver como no veo.

Entre el ya no y el todavía no

fui colocado.

El asombro ante lo que desconoco fue mi maestro.

He tratado de mirar, no sé si he visto”



Si tienes ocasión no de dejes de visitar el Chillida Leku, es un rincón que mantiene la esencia de este maestro soñador.

http://www.museochillidaleku.com





lunes, 2 de noviembre de 2009

Roger van der Weyden & Jan van Eyck



Ah! Estos locos del medioevo que tanto me hacen disfrutar, gozar y ... deprimirme con su maestría.


Cuanto por aprender....AÚN !!!



Roger van der Weyden




Roger van der Weyden (Tournai, hoy en la provincia de Henao, Bélgica, 1399/1400 - Bruselas, 18 de junio de 1464), fue el pintor más célebre e influyente de la escuela flamenca en el período gótico. También se le conoce como Roger de la Pasture o Rogier de le Pasture.
Fue aprendiz de Jan van Eyck y Robert Campin. Es nombrado maestro en Tournai en 1432. En 1435 se instala en Bruselas, que se convirtió en su residencia habitual. Allí creó un taller y fue nombrado pintor oficial de esa ciudad (1436).
Estuvo en Italia en 1450 para ganar el jubileo de 1450, y allí conoció las obras del pintor Gentile da Fabriano aunque nada de lo que vio en Italia le influenció estilísticamente. Estuvo en Roma y parece que también en Ferrara.
Su hijo Pierre también fue pintor, aunque no tan destacado. Rogier de le Pasture influyó en varios otros artistas, tales como Hugo van der Goes, Hans Memling, Petrus Christus, Dirk Bouts y Gérard David.
Sus únicas obras firmadas son los cuatro paneles dedicados a la justicia que estaban en la Sala dorada del ayuntamiento de Bruselas y que se perdieron en los bombardeos de 1645. En Berna hay unos tapices que son reproducciones de ellos.
Así pues, realmente, no se conserva nada suyo firmado, y sus figuras tuvieron tanto éxito que fueron muy reproducidas. Aun así, las atribuciones son muy poco cuestionables.












Jan van Eyck





Jan van Eyck (Maaseik, c. 1390 - Brujas, 1441) fue un pintor flamenco que trabajó en Brujas y, junto a Robert Campin, en Tournai. Fue fundador del Ars nova, estilo pictórico del gótico tardío en el siglo XV, que anuncia el Renacimiento Nórdico de Europa. En tal sentido Van Eyck es el más célebre del conjunto de pintores llamado los Primitivos Flamencos.
Van Eyck tiene como antecedentes que le influyen a los hermanos Limbourg —extraordinarios miniaturistas—, al escultor Claus Sluter —la forma de representar los pliegues de las telas que Sluter hace en piedra es prácticamente la misma forma con que van Eyck pinta los pliegues de las telas—, y el poco conocido pero valioso pintor Melchior Broederlam.
Este periodo del arte flamenco se caracteriza por el naturalismo de vívidos colores al óleo, la meticulosidad de los detalles, la precisión de las texturas y la búsqueda de nuevos sistemas de representación del espacio tridimensional (véase Perspectiva).
En lo que atiene a la búsqueda de los efectos tridimensionales Van Eyck no recurre tanto a la perspectiva con un punto de fuga, sino que logra dar cierta impresión de tridimensionalidad mediante la técnica de las «veladuras» o tenues capas de óleo aplicadas unas sobre otras y todas sobre un soporte que consta de una tabla de madera (generalmente de haya) pulida y pintada de blanco, con lo que se logra una reflexión de la luz con el consecuente brillo de la pintura y una sugestión de profundidad. Van Eyck se atrevió con estos métodos a intentar lo que luego se llamaría trompe d'œil o trampantojo.
Muchas veces se ha atribuido a Van Eyck la invención de la pintura al óleo, si bien esta técnica ya era bastante conocida en Flandes desde el siglo XIV, como lo documenta el llamado Manuscrito de Estrasburgo. La invención que realiza Van Eyck es la de la fórmula del óleo con secado rápido, técnica que permite entre otras cosas la feliz composición ya mencionada mediante veladuras.

Es probable que Van Eyck fuera, como sus hermanos, oriundo de Maastricht, provincia de Limburgo, a orillas del río Mosa. En 1422 trabajó en La Haya para Juan de Baviera, príncipe-obispo de Lieja. En 1425 Felipe III el Bueno, duque de Borgoña, le nombró pintor de la corte, cargo que conservó hasta su muerte. La relación que mantenía con el duque era tan buena que éste le encargó algunas misiones diplomáticas secretas, principalmente en territorios de las actuales España, Italia y Portugal. En 1428 formó parte de una delegación que se dirigía a Lisboa para gestionar la boda entre el duque de Borgoña y la infanta Isabel de Portugal. Jan van Eyck realizó dos retratos de la mencionada infanta [1]. La visita a estos países le permitió reconocer nuevas luminosidades, cielos y atmósferas diáfanas e incluso notar nuevas vegetaciones (en el Políptico de Gante aparecen, como parte del paisaje de la paradisíaca Nueva Jerusalén, figuradas con precisión casi de naturalista especies mediterráneas). El tratamiento que Van Eyck da a la luz, merced a su dominio de la técnica al óleo, hace bastante correcta la siguiente opinión del crítico Stirling: «Van Eyck redescubre la verdad entrevista en la pintura helenística, pero luego olvidada, según la cual las sombras se encuentran incluso en las claridades, y la luz en todas partes, incluso en las sombras».
Por otra parte resulta interesante observar una constante en la obra de Van Eyck: además de una muy estudiada espacialidad, las figuras humanas (o de aspecto humano) por él representadas tienen una actitud impasible y tendiente a la monumentalidad (una ligera excepción a tal impasibilidad se encuentra en la tabla de los «ángeles cantores», o al San Jorge, perteneciente al Políptico de Gante).
Van Eyck es calificado de pintor naturalista. Tal afirmación es bastante cierta, viéndose corroborada en la representación de Eva y Adán, desnudos, en la parte superior del Políptico de Gante, retratados sin idealizaciones y sin demasiadas censuras: Van Eyck les ha pintado casi todos sus pelos. Es de este modo que ha acercado lo religioso a la vida cotidiana en una humilde majestad y belleza.




Lo poco que se sabe de su primera época hace que se centre la atención en la relación artística que mantenía con su hermano Hubert. La oscuridad que rodea a la figura de éste ha provocado especulaciones y debates interminables entre los historiadores del arte, y hasta se ha llegado a sostener que tal hermano nunca existió.
Hoy se admite que pudo participar en la pintura de algunas obras que parecen ser de la primera época de Van Eyck. Entre éstas, que se atribuyen unas veces a ambos y otras a Jan o a Hubert, están Las horas de Turín-Milán (manuscrito destruido por el fuego en 1904), Las tres Marías ante el sepulcro (Museo Boymans van Beuningen, Rotterdam) y un díptico, La crucifixión y El Juicio Final (Museo Metropolitano de Arte, Nueva York).
La obra más famosa que puede incluirse en esta categoría es el monumental retablo titulado El Cordero Místico, también conocido como el políptico de Gante(1432, ubicado en la Baafskathedraal van Gent (iglesia de San Bavón, Gante), compuesto por varios paneles que se abren en antas para mostrar la pintura. Una cuarteta de versos alejandrinos en latín, copia de la original que figuraba en este retablo, oculta bajo la pintura y descubierta por medio de rayos X, afirma que Hubert comenzó la obra y la culminó Jan.
Los historiadores del arte suponen que éste último reunió los paneles que Hubert tenía comenzados antes de su muerte en 1426, añadió otros nuevos de su propia creación y los ensambló todos juntos.




De Jan van Eyck se conservan cuidadosamente firmadas y fechadas entre 1432 y 1439 nueve obras; cuatro de ellas son de tema religioso, como la Virgen del canónigo Van der Paele (1436, Museo Groeninge, Brujas) o la Virgen del Canciller Rolin (Museo del Louvre, París) y las otras cinco son retratos, como el de Giovanni Arnolfini y su esposa (1434, National Gallery, Londres). Como en casi todas las obras de Van Eyck, en ésta abundan las alegorías y las simbologías: figura un espejo circular convexo en el cual aparece vagamente reflejado el propio autor, y bajo dicho espejo la frase «He estado aquí». Aunque no es exactamente el sistema de juego especular que luego utilizará Velázquez en Las Meninas, existe en el cuadro de Van Eyck un interesante precedente, que es, entre otras cosas, una búsqueda de la superación que la bidimensionalidad del cuadro impone a la representación de los espacios. Van Eyck refuerza una «integración» del espectador dentro del espacio virtual representado en su obra.
Aunque se le han atribuido numerosas tablas sin firma, ni siquiera una docena se ha comprobado que sean obra suya. En este grupo se incluyen, además del retablo de Gante, La Virgen y el niño con el canciller Rolin (1433-1434, Museo del Louvre, París) y el retrato del Cardenal Niccolò Albergati (c. 1435, Kunsthistorisches Museum, Viena).




La asombrosa habilidad técnica de Van Eyck y la precisión en los detalles, reproducidos cuidadosamente, fueron muy admiradas por sus contemporáneos. Sus compatriotas todavía le seguían considerando el rey de los pintores en el siglo XVI. De este modo ejerció enorme influencia en el arte flamenco y europeo en general. Entre sus directos herederos podemos mencionar a Roger van der Weyden, Hugo van der Goes, Petrus Christus (su principal discípulo) y Konrad Witz, e incluso en Hans Memling, Martin Schongauer, o (aunque ya sea netamente renacentista) el Mabuse.